jueves, 18 de octubre de 2012

Rusia: riesgo de crisis aguda

El titular de Desarrollo Económico de Rusia, Andrei Beloúsov
Vladislav ZhukovskiyNakanune.ru 12/10/2012
Traducción del ruso por Arturo Marián Llanos
En la parte no liberal del gobierno ruso (es decir, al menos parcialmente libre de los dogmas del “fundamentalismo neoliberal”) se suceden movimientos tectónicos. Aún es pronto para decir que está madurando el terreno para el cambio radical de modelo económico, pero cada día queda más claro que en las prietas filas de los liberales rusos, que ven en el estado un eficaz instrumento para el desmontaje del espacio económico y su posterior colonización financiero-económica, comienza a haber contradicciones.
A juzgar por todo, entre los burócratas rusos, que ven en el cargo al servicio del estado un instrumento para el enriquecimiento ilícito, y a Rusia como un espacio conquistado para vender al por mayor y al por menor, existen aquellos que no quieren hundirse junto con los demás ideólogos de la conversión de Rusia en una colonia de materias primas y el botín para el capital transnacional.
Hace unos días hubo declaraciones, sin duda sintomáticas, del nuevo ministro de Desarrollo Económico Andrei Beloúsov y de su adjunto Andrei Klepach. Precisamente ellos, de una manera ya abierta dan a entender que la política basada en el gasto parasitario de los petrodólares que se ha practicado a lo largo de los últimos 11 años – desde el inicio del intento de “levantarse desde las rodillas” está agotada.
Andrei Beloúsov ha reconocido el ocaso de la política de comerse los petrodólares
Primero habló el cabeza del MDE, Andrei Beloúsov, el primer economista realmente profesional en el puesto de ministro de economía en los últimos 10-15 años. A diferencia de todos sus predecesores ultraliberales, crecidos sobre los principios de “no intervención estatal” y “fundamentalismo del mercado”, tiene la capacidad para no mirar la economía nacional desde el punto de vista del balance contable, del que hay que extraer todos los ingresos superiores no planificados y conservar su estructura presente. Sino que es capaz de ver en ella una estructura compleja en desarrollo dinámico con sus relaciones internas tecnológico-industriales, informáticas y de recursos.



A principios de octubre Andrei Beloúsov reconoció que para poder cumplir las promesas electorales del presidente, así como poder financiar los gastos sociales y de seguridad nacional la economía rusa debe crecer a un ritmo no inferior a 4-4,5%. En otras palabras, Beloúsov ha coincidido con la valoración de los mejores macroeconomistas rusos y los científicos de la Academia de Ciencias de Rusia, quienes todavía en 2005 llegaron a la conclusión de que, dada la colosal desigualdad social y el nivel de la corrupción, para mantener la estabilidad socio-política la economía rusa debía crecer a un ritmo de 5,5% anual.
Beloúsov además ha reconocido abiertamente que Rusia está al borde del precipicio y que si no se cambia de manera cardinal la política socio-económica ya en el próximo par de años Rusia corre el riesgo de entrar en una crisis económica y político-social de grandes proporciones. En palabras del cabeza del MDE, “dos puntos de porcentaje del crecimiento es a lo que estamos condenados por inercia, es lo que nos da la construcción económica que se ha formado antes de la crisis. Pero tal resultado no satisface en absoluto al gobierno. Los cálculos demuestran que, avanzando a un ritmo de 2% al año, sencillamente no podremos cuadrar nuestros compromisos sociales con nuestros recursos disponibles. Es imposible. Por eso ahora tenemos el objetivo de, al menos, doblar esa cifra y alcanzar como mínimo cuatro puntos de crecimiento”.
Traduciendo estas palabras del cabeza del MDE de la “lengua de los pájaros” de funcionario, que debido al cargo ocupado está obligado a seguir las normas de la corrección política, al lenguaje de los ciudadanos de a pie, significa lo siguiente. En primer lugar, no ha habido cambios cualitativos en la lógica y la esencia de la política socio-económica de los últimos cuatro años. En segundo lugar, Beloúsov reconoce abiertamente el hecho de que el modelo de la “economía de la tubería” (exportación de gas y petróleo, dado el precio relativamente alto de los hidrocarburos ha permitido hasta ahora mantener los presupuestos del estado gracias a esos ingresos – N. del T.) ha agotado sus posibilidades.
Otra cosa es que si se logra volver al de por sí bastante modesto crecimiento económico de 4-4,5% sin cambiar cardinalmente la propia estructura del crecimiento como mucho se lograría posponer el proceso de la caída de Rusia en una crisis sistemática por 2-3 años.
El presupuesto del gobierno liberal de Medvédev aparece como puramente utópico
El cabeza del MDE ha reconocido que a medida de que la economía mundial esté entrando en recesión y debido al desarrollo de las tecnologías que ahorran energía el consumo del petróleo en el mundo se irá reduciendo. Junto con el agotamiento de los hidrocarburos de fácil extracción en el territorio de Rusia y la insuficiencia de las reservas de la plataforma del Ártico y de Siberia Oriental para compensar los yacimientos agotados los ingresos de los petrodólares se reducirán drásticamente.
Según la valoración de Beloúsov si antes de la crisis el aumento en el ritmo de crecimiento de la producción de las mercancías energéticas en su expresión física era de unos 6-7% anuales, lo que proporcionaba a Rusia aproximadamente 2,5% del crecimiento del PIB anual, en perspectiva este factor se convierte en cero. Más aun, “en el mejor de los casos en cero. Podría convertirse también en negativo. Es decir, del motor del crecimiento el sector energético podría convertirse en el freno”.
En realidad Beloúsov dio voz a lo que hace años están diciendo los mejores macroeconomistas rusos: el modelo de consumo parasitario de la renta natural y de la explotación depredadora del potencial científico-técnico e industrial, heredado de la URSS está agotado.
Antimodernización de “las vacas gordas de los años 2000”: ¿qué está detrás del discurso sobre el crecimiento del PIB?
El volumen de la producción con desarrollo científico es 3-10 veces inferior al de hace 20 años, el volumen de la inversión en la producción de alta tecnología está en el nivel de mediados de los 1960 (35% en relación al año 1990), mientras que el desgaste de la infraestructura tecnológica básica supera 80-85%.
Klepach ha reconocido abiertamente que el gobierno sigue un curso macroeconómico equivocado
Hace tan solo unos días, el 5 de octubre, en la entrevista a la agencia “Prime” el adjunto del ministro de economía Andrei Klepach, conocido por su viejo enfrentamiento con el Ministerio de Finanzas en la cuestión del “colchón petrolero” que se extrae de la economía rusa y el hambre de inversiones en el que se mantiene a la industria, ha hecho una declaración significativa. En realidad el viceministro del MDE, que ahora, después de la marcha del ministerio de la ultraliberal Elvira Nabiullina, tiene muchas más posibilidades para actuar y hablar en público, ha reconocido lo nefasto de la política macroeconómica llevada a cabo que conserva una economía basada en la exportación de materias primas y que provoca la arcaización de la producción.
La declaración fue tan sincera que vale la pena reproducirla íntegramente: “Por desgracia, hablamos mucho de la inflación, de la deuda, del déficit presupuestario, pero detrás de todo ello se pierde la capacidad de asegurar realmente el desarrollo del sector real, de asegurar el cambio en la vida de la gente, de realizar proyectos serios. Como decía Mijail Fradkov, en vez de tener el Ministerio de Finanzas que depende del gobierno, tenemos el gobierno que depende del Ministerio de Finanzas, y por desgracia sigue siendo el rasgo característico de nuestra política hoy. Las cuestiones financieras, la prioridad del sistema presupuestario predominan totalmente sobre todas las demás decisiones, tan solo en alguna esfera puntual se logra decidir algo”.
En otras palabras, Andrei Klepach ha reconocido abiertamente algo que llevan diciendo con las cifras en la mano los mejores macroeconomistas del país a lo largo de los últimos 15-20 años. En primer lugar, el viceministro señaló claramente la fundamentalmente incorrecta distribución de los acentos y prioridades del bloque económico-financiero del Kremlin y del gobierno. Los “gaidaristas” (continuadores de Gaidar, principal impulsor de las reformas neoliberales en los tiempos de Yeltsin – N. del T.) que están al timón de la economía rusa siguen llevando a cabo la política socio-económica destructiva del “Consenso de Washington”, que prevé la entrega de la soberanía económico-financiera, científico-técnica, industrial y, en última instancia, de la soberanía política del país.
En vez de reconstruir la destruida industria transformadora del país y modernizar la estructura tecnológica básica desgastada en un 80-85%, los monetaristas rusos, siguiendo las mejores tradiciones del “pogrom liberal” de los años 1990 del siglo pasado, siguen reduciendo toda la política macroeconómica a la acumulación de reservas y la retirada de los petrodólares, acompañada del discurso sobre la creación del “colchón de seguridad” y la “lucha contra la inflación”.
El fetichismo financiero del Ministerio de Finanzas, que junto con el Banco de Rusia se ha convertido en el principal instrumento de la dirección desde el exterior de la economía nacional por parte del business global y la oligarquía finaciera de Wall Street, aniquila de raíz todos los intentos de construir una economía basada en la innovación y la diversificación sectorial de la industria.
Klepach reconoce abiertamente que en Rusia se ha creado la situación paradójica en la que “en vez de depender el Ministerio de Finanzas del gobierno, el gobierno depende del Ministerio de Finanzas”. Hablando claro, esto significa que el presidente y el jefe del gobierno, presas de la fiebre electoral, pueden declarar lo que sea y repartir las promesas acerca de que van a modernizar la economía y a reducir el monstruoso abismo de la desigualdad social. Pero las decisiones claves en la elaboración y realización de las prioridades de la política económico-social y la dirección de su desarrollo las seguirá tomando el Ministerio de Finanzas.
Mientras el proceso de la toma de decisiones siga bajo el control de los sectarios liberales con la mentalidad de contables, totalmente convencidos de que la principal prioridad de la actividad estatal debe ser la salvación de la economía norteamericana y de la pirámide del dólar de las deudas (declaración de Dvorkóvich), no debe extrañar que en Rusia se ha formado la típica economía bisectorial.
Incluso el Ministerio de Economía ha reconocido como reaccionario y fúnebre el presupuesto para 2013-2015
A juzgar por todo, la actual dirección del MDE se da perfecta cuenta de que la banda liberal de los “gaidaristas”, obedeciendo a los “consejeros de Washington” (FMI, Banco Mundial etc.)sigue destruyendo la economía nacional y convirtiendo a Rusia en la colonia de las materias primas para las corporaciones globales. Es en este contexto como hay que entender las palabras de Andrei Klepach, pronunciadas todavía el 4 de setiembre en relación al proyecto del presupuesto para 2013-2015 que estaba preparando el Ministerio de Finanzas.
Cabe suponer, que aparte de la lógica de la lucha interna dentro del aparato la declaración del viceministro del MDE era una especie de advertencia abierta a Putin de que incluso después de la marcha de Kudrin del Ministerio de Finanzas sus seguidores ideológicos siguen elaborando un presupuesto totalmente antimodernizador y antisocial, que coloca una lápida tanto sobre la modernización, como sobre las promesas electorales de Putin. De esta manera los liberales rusos, que aparecen como la “quinta columna” y la avanzadilla de las corporaciones globales en Rusia, siguen comprometiendo al presidente Putin y se dedican a sabotear descaradamente sus órdenes.
Todavía a principios de setiembre, es decir dos semanas antes de la publicación del proyecto del presupuesto en la web del Ministerio de Finanzas, el MDE por boca de Klepach rápidamente se desmarcó de la versión inicial del presupuesto preparado por Siluanov, quitándose la responsabilidad tanto por el inevitable incumplimiento de las promesas electorales del presidente, como por la colonización económico-financiera de Rusia que prosigue.
El adjunto del jefe del MDE declaró literalmente: “En realidad, el diseño del presupuesto que se está haciendo no permite, al menos a medio plazo, resolver los problemas del desarrollo, reforma y la transformación de los sectores tan fundamentales como la ciencia, educación y salud”.
Más aun, Andrei Klepach ha reconocido abiertamente que el proyecto del presupuesto propuesto por el Ministerio de Finanzas es incompatible no solamente con las promesas electorales de Putin. A eso se puede sobrevivir. Lo peor es que el proyecto del presupuesto ofrecido es incompatible con la vida del 70% de la población de Rusia (que objetivamente sobran en la “economía de la tubería”) y con la existencia de Rusia como estado independiente soberano. Recordemos que para 2013-2015, contando con la inflación oficialmente fijada a la baja, el Ministerio de Finanzas propone recortar los gastos presupuestarios en la materia de vivienda en 43,8%, en la salud pública en 43,2%, en la educación 21,7%, en la economía nacional 17,9% y reducir la financiación del deporte en 52%.
El sistema presupuestario ruso se encuentra en una profunda crisis
Durante los próximos tres años y con el acompañamiento de la imparable palabrería sobre la modernización y las innovaciones el porcentaje de los gastos en la economía se reducirá de 2,54% a 2% del PIB, en la educación de 0,91% a 0,69%, en la sanidad de 0,74% a 0,44%, en la vivienda de 0,21% a 0,12%. Se trata de un presupuesto colonial, cuando bajo la palabrería acerca del enfoque social se asegura la prosecución de la destrucción de la economía y la entrega de la soberanía económico-financiera, científico-técnica e industrial de Rusia en interés de los competidores estratégicos en los EE.UU. y la UE.
Klepach ha señalado abiertamente el sabotaje del Ministerio de Finanzas, declarando que incluso aplicando el ritmo oficialmente reconocido de la inflación calculado a la baja hasta el 2015 difícilmente se podrá aumentar el salario de los que dependen del presupuesto estatal. Así que se puede olvidar sin más la promesa de aumentar el salario de los trabajadores de la esfera científica hasta el doble del nivel medio del salario por región.
“Dentro de cuatro-cinco años China se convertirá en el donante tecnológico de Rusia, si no cambia nada (en el plan de prioridades de los gastos presupuestarios), – continúa Klepach. En realidad se trata de una sentencia, emitida no por un político de la oposición, sino por un alto funcionario del Ministerio de Economía y economista profesional.
Y hay que comprender que ningún dirigente del país piensa cambiar nada en buena dirección – el proyecto del presupuesto que prevé el recorte de los gastos en la ciencia, educación, economía nacional, vivienda y cultura hasta el nivel de los países poco desarrollados de África y América Latina lo demuestra.
La clase dirigente global lleva a la economía rusa y a todo el país al matadero, y sus fieles servidores en Rusia representados por los importantes liberales y fundamentalistas del mercado conscientemente desempeñan su papel de agentes de influencia y provocadores.

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